En Castilla y León son 400 las canteras mineras que se contabilizan y que dan empleo a más de 4.000 trabajadores, produciendo más de 15 millones de toneladas de rocas y minerales industriales. Se trata de una actividad primaria que ha crecido durante la pandemia, con recursos endógenos de “difícil deslocalización” en países emergentes.
Por provincias, la actividad hoy en día alcanza las 121 canteras abiertas en Burgos (79 activas y el resto paralizadas), que dan empleo a más de 700 personas; otras 77 explotaciones en Segovia, con 400 trabajadores, que facturan unos 40 millones; Valladolid, con 52 (más otra veintena inactiva o detenida temporalmente) y dos centenares de empleos, muchos de ellos vinculados a Campaspero; León, con 50 canteras y más de 2.000 trabajadores, 1.800 de ellos del sector de la pizarra en La Cabrera; Zamora, con 42 y 320 empleados; Soria, con 38 y 150; y Salamanca, con 26 canteras y más de 250 trabajadores (una de ellas de wolframio, con 80 empleos y una producción de un millón de kilos). Cierran Palencia y Ávila, con 24 y 21 explotaciones y en el entorno del centenar de empleos en cada caso.
Aurelio de Grado, gerente de la Asociación de Productores de Piedra Natural de Castilla y León (Pinacal), remarcó que la minería en Castilla y León, tras el año de pandemia, es una “actividad económica del máximo interés”, pues fija población en el medio rural gracias al empleo directo e indirecto, y explicó que “Es preciso que en el capitulo de rocas ornamentales se tenga una consideración especial con las piedras autóctonas para la realización de pavimentos urbanos, edificios oficiales financiados con los impuestos de todos los castellanos y leoneses y sobre todo dar una ayuda administrativa a las canteras en el marco de críticas negativas sin sustento técnico, científico ni administrativo”.