Escuelas CRN

El alma de la FP

A medida que van pasando los días sin encontrar solución definitiva a la pandemia del COVID, vamos tomando conciencia de la profunda transformación que está sufriendo nuestra sociedad en todos los sentidos: nos comunicamos, nos relacionamos, recibimos atención médica o estudiamos de manera completamente distinta a la era pre pandémica. Y el mercado laboral, como parte de nuestra realidad más cercana, tampoco ha salido indemne. ¿Nos estamos adaptando bien al nuevo escenario? ¿Cómo estamos gestionando nuestras emociones ante esta transformación de nuestra vida profesional?

En su guía 20 Competencias contra la Exclusión Social en el Empleo elaborada en 2020, la fundación ADECCO apunta que, de aquí en adelante, para evitar el riesgo de exclusión laboral, se hace necesario el desarrollo de valores y competencias que quizás hasta ahora no se habían vinculado tan directamente a la competencia profesional. A ese respecto, Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, asegura que “todos estamos expuestos a la exclusión y el único camino para hacerle frente es la apuesta por el desarrollo de competencias muy humanas y transversales”.

No se requiere un análisis exhaustivo para poder observar cómo los departamentos de recursos humanos de distintas empresas están actuando progresivamente con una visión más integral, enfocada en la búsqueda y selección de personas preocupadas no solo por su expediente académico, sino también por esa dimensión más humana de la formación y el desarrollo personal.

Es aquí en donde entran en juego las soft skills (o habilidades blandas) y la inteligencia emocional, y en donde debemos plantearnos si se está incidiendo suficientemente en ellas en lo que a las distintas titulaciones de la FP concierne.

Las soft skills son una combinación de habilidades sociales, habilidades de comunicación, inteligencia social e inteligencia emocional que configuran el comportamiento de las personas en su entorno profesional. Competencias como la comunicación, liderazgo, resolución de problemas, gestión del tiempo, resiliencia, pensamiento crítico, creatividad o trabajo en equipo, entre otras, se han convertido en valores al alza que pueden y deben ser estimulados y reforzados.

Existen titulaciones en las que tradicionalmente se ha planteado un enfoque relacionado, en cierta medida, con el desarrollo de las soft skills. Se trata de especialidades como turismo, marketing o comercio internacional, en las que se prepara al alumnado para, desde la comunicación asertiva, ser capaz de gestionar satisfactoriamente tanto sus emociones como las de un potencial cliente. Pero, ¿qué pasa con otro tipo de formaciones, normalmente desvinculadas de la atención al cliente? ¿No requieren los/as profesionales de la carpintería, tapicería, CNC, diseño, aplicación de lacas y barnices, etc., las herramientas adecuadas para gestionar emociones?

En el CRN de Producción de Carpintería y Mueble creemos que sí. Cualquier profesional, independientemente del sector al que pertenezca, resultará más atractivo en el mercado laboral si, además de contar con la formación y/o experiencia requerida, manifiesta una habilidad adicional a la hora de desarrollar soluciones creativas, generar entornos favorables para el trabajo en equipo o incluso liderarlo. Ha llegado el momento de dejar de ser un profesional apto para pasar a ser un profesional ideal. Actitud, además de aptitud. Esa es la clave.

Y en ese sentido los centros formativos tienen mucho camino que recorrer, partiendo de la base de que el primer obstáculo a superar pasaría por un reconocimiento “oficial” del papel fundamental que las habilidades blandas juegan en el plano profesional. Lo bueno es que las soft skills se pueden trabajar y mejorar; lo malo, que su implantación como contenido obligatorio supondría un replanteamiento de planes formativos, objetivos, estrategias y recursos, que nos obligaría a salir de nuestra zona de confort. De ahí que, a pesar de los buenos resultados, sean todavía muy escasos los centros que han incluido en sus programas talleres de gestión de emociones en el entorno laboral, en un intento de despertar el potencial del alumnado.

En definitiva, podemos concluir, sin ningún género de duda, que la actual tecnologización del mundo laboral exige profesionales más humanos que nunca. El mercado laboral experimenta una continua evolución y los centros de Formación Profesional no pueden permanecer como simples espectadores, pues no se trata solamente de adaptarse, sino de liderar ese cambio. Formemos en ello a través de programas centrados realmente en las personas. Estamos sobradamente preparados para recoger el guante. Insuflemos alma a la Formación Profesional. Básicamente, es una cuestión de actitud.

Más noticias